17 febrero, 2025

Exhorta la Iglesia en no confiar en el hombre sino en Dios para ser felices.

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“Maldito el hombre que confía en el hombre, bendito el que confía en el señor”, fue la frase que destacó este domingo el arzobispo de León, Jaime Calderón ante la superficialidad que se vive hoy en día en la sociedad de querer buscar tener lo material, dejando atrás a Dios, y creando una infelicidad a corto plazo.

Durante la homilía que ofreció hoy el arzobispo Jaime Calderón durante el evangelio en la misa de la Catedral Metropolitana de León, aseveró que para ser felices, no es necesario ser rico o ser pobre, lo que sí es importante es no alejarse de Dios y no perder la el valor de servir, amar y actuar en nuestra propia vida para bien y no cerrarse a solo lo material.

“Ordinariamente nunca se le dice a nadie maldito, siempre se le dice bendito, pero hoy el evangelio utiliza este lenguaje para reflexionar que cuando el hombre cree que puede fincar su felicidad en sus propias capacidades, será un fracaso.

El hombre que confía en Dios será como una planta que está al borde de un río y entonces será fecunda, en cambio el hombre que confía en sí mismo… en sus propias fuerzas, en sus capacidades, tiene la tentación de apartar de su vida a Dios y la imagen que utiliza el profeta es como un cargo como un cactus que en realidad no es muy fecundo o solo está sobreviviendo por ahora pero vendrá la calamidad y finalmente morirá”, mencionó.

El Arzobispo, dijo que el tipo de hombre que va a florecer, es el que se confía, el que se planta en aquello que es la fuente de la vida que es Dios. En cambio el hombre que se afiance en la vida quitando, usurpando el lugar de Dios para colocarse él como el centro, terminará infecundo y estéril.

“El hombre nos quiere hacer pensar que en la medida en que tiene más, podrá ser feliz y ponen en el corazón humano, un deseo de poder que va llevando a la necesidad de poseer y creer que con eso alcanzará la felicidad y por eso se menciona que bienaventurados los que tienen hambre, los que lloran, los perseguidos.

El rico no por ser rico es bueno y el pobre no por ser pobre es bueno, puede ser rico o pobre de acuerdo a su capacidad de perdonar, obrar y servir”, señaló.

Aseveró que si esa pobreza, esa miseria en la que se vive con la ausencia de Dios, será todavía más pobre porque la gran riqueza del hombre, está en Dios.

“Sumérgete en la vida de Dios porque entonces te hará capaz de que así como él es donación y amor, nuestra vida también será el amor de Dios, en cambio una vida egoísta perecerá como una planta en el desierto”, finalizó.

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