19 noviembre, 2024

En México, el 81.4% de las personas con trastornos mentales no reciben la atención.

En México, la necesidad de atención y recursos para la salud mental es enorme. Sin embargo, datos proporcionados por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) muestran que para 2024 se proyectó una inversión a la salud mental de 1.3% del total del presupuesto para salud, mientras que países con ingreso similar al nuestro invierten alrededor del 5% de su presupuesto total para salud.

Para igualar la inversión promedio de la región, México tendría que triplicar el presupuesto para salud mental.

Como consecuencia de la pandemia por Covid-19, los problemas de salud mental se incrementaron de manera notable a nivel mundial. De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el aumento de los trastornos de ansiedad y depresión fue de más del 25% durante el primer año de la pandemia, lo que se sumó a los casi mil millones de personas que ya tenían un trastorno mental. Al mismo tiempo, la brecha entre las necesidades crecientes de atención a la salud mental y los recursos disponibles para ello se ha ampliado.

Fernando Fon, Director de Asuntos Médicos y Regulatorios de la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF), expuso que en México los trastornos de salud mental aumentaron entre 20 y 30% tras el periodo de aislamiento por la pandemia y se agudizaron problemas como la depresión, la ansiedad y los desórdenes obsesivo-compulsivos.

Según datos del INEGI, la proporción de población con síntomas de depresión asciende a 15.4%, siendo más alta entre las mujeres, con un 19.5%. En cuanto a la ansiedad, 19.3% de la población adulta tiene síntomas de ansiedad severa, con 23.2% para la población femenina.

Tomando en consideración la población total de México, se esperaría que 24.8 millones de personas presentan algún trastorno mental al año. En relación con la brecha de atención o tratamiento, en promedio el 81.4% de las personas no reciben la atención apropiada.

Respecto a la brecha entre las necesidades de salud mental y su atención real, Fernando Fon señaló que, además de ser generalizados y costosos, los trastornos mentales están gravemente desatendidos.

Factores como violencia y trauma, pobreza, desintegración familiar, desastres naturales, desempleo, niñez en situación de calle, discapacidad física, enfermedades crónicas, ser adulto mayor sin apoyo familiar y económico, son factores que elevan el estrés y problemas como depresión, ansiedad, adicciones y suicidio.

“Además de estas causas, hay que añadir consecuencias como falta de atención, estigma y discriminación, carencia de oportunidades laborales y rechazo social general hacia las personas con afecciones mentales, lo que cierra un círculo vicioso e impide a las personas que las padecen tener un desarrollo personal satisfactorio y reinsertarse a la sociedad”, indicó.

El Director Médico y de Asuntos Regulatorios de la AMIIF resaltó que lograr que la población conserve la salud mental, además de la salud física, depende, en gran parte, de la realización exitosa de acciones de salud pública, para prevenir, tratar y rehabilitar.