No debe de haber judas en una comunidad ni en una familia, no se debe caer en la traición, fue el mensaje del Arzobispo de León.

Este Domingo de Ramos, durante la liturgia del Arzobispo Jaime Calderón en la Catedral Metropolitana de León, destacó la importancia de no traicionar a la familia ni a la comunidad, cada una de las personas se debe preparar en esta Pascua para avanzar en este camino.
“La mirada con la cual uno debe de contemplar la pasión y muerte del Señor, no es con la mirada de Judas, con la de Pedro, sino con la mirada de aquel centurión que alcanza a reconocer y advertir la injusticia que se fue provocando frente a la muerte de un justo. Debemos reconocer a Jesucristo como el justo, el Santo de Dios”, mencionó.
El Arzobispo de León, aseveró que el modelo de un cristiano católico debe ser un modelo de reconciliación y no de división, porque la división solo la genera el mal.
“La división la genera el maligno, si en el corazón existe la división, odios, envidias, rencores, ambiciones, tienes un corazón dividido y eso no es de Dios, no podemos ser discípulos misioneros de Jesucristo con un corazón partido.
A cada día, a cada instante podemos estar tentados siempre, no solo por ser movidos por el amor y gracia de Dios, sino también por nuestras heridas y miserias humanas y es ahí donde entra la reconciliación y dividir”, reiteró.
Durante la homilía el Arzobispo Jaime Calderón , refirió que la unidad que debemos tener en el interior que nace desde Dios hacia nosotros, va a regenerar nuestra vida y nuestra familia en la sociedad.
“El camino de la pasión hasta la muerte, debe ser modelo de confianza en Dios, cuántas veces nos vemos sometidos a las pruebas, pensando de un modo concreto, la enfermedad, el egoísmo, la falta de recursos, entre otros que son aspectos que significan la cruz, y en ocasiones nos vemos tentados en desconfiar del Señor”, lamentó.
Exhortó a la población católica a no sucumbir en la tentación de la desconfianza, porque Dios prometió venir siempre a cada uno de nosotros y ha mostrado su infinito amor con la lógica de su salvación.
Reiteró que en una comunidad, en una familia, en una iglesia, no debe de haber Judas, ni traición. “Si un matrimonio va creciendo y alguien traiciona la confianza, daña y no basta con decir perdóname, porque es un daño que afecta en lo más profundo del alma de una persona, tenemos que cuidar siempre no traicionar al Señor porque él nos ama infinitamente y lo que espera es amor y crecer en el mismo amor”, finalizó.